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Rafael fue hallado muerto en un descampado del barrio de San Cristóbal. A su lado, unas pisadas de pies descalzos, en parte coloreadas por el tono pardo de la sangre reseca. También había allí cerca un carrito de la compra de un supermercado con una tabla en lugar de una cesta encima de las ruedas. Había sido la improvisada camilla en la que su asesinó trasladó su cuerpo para deshacerse de él. Sucedió en octubre de 2019.
El cuerpo presentaba una herida muy profunda en un costado. Se había desangrado en ese terreno embarrado del sur de Madrid por el que llevaba años deambulando. El rastro de las ruedas del carrito llegaba hasta la puerta de una chabola. Junto a la puerta, había un recogedor, un par de bolsas de basura de plástico negras con un mocho de fregona y varias tiras de papel higiénico, manchadas también de una sustancia rojiza. Los forenses hallaron en el organismo de la víctima cocaína, heroína, benzodiacepinas y analgésicos. El cóctel que, seguramente, le había hecho acabar en la calle.
Los investigadores del grupo de homicidios reconstruyeron las últimas horas de Rafael, como hacen con todos los casos que llegan a su despacho, sin importar si es alguien que acapare la atención mediática, social o política, o por el contrario es un hombre de la calle. Los agentes descubrieron que la mañana en la que fue asesinado, Rafael había entrado en esa chabola y que su llegada había molestado a los dos moradores de la misma, especialmente a uno de ellos. "Te voy a matar", le dijo este último. Y lo cumplió.
Empezaron a forcejear y el habitante de la chabola ejecutó su amenaza. Se había cansado de Rafael y lo solucionó con una cuchillada. Bajo las uñas de Rafael quedaron restos de ADN de su asesino, que fueron fundamentales para poner nombre a esa sombra. Después, lo dejó abandonado a la intemperie. Lo encontraron otros dos indigentes que vivían en el barrio. El atacante después se marchó de Madrid. A Zaragoza, Barcelona, Bilbao y Burgos, donde acabó siendo detenido. Los investigadores supieron también que días después de ese crimen le había soltado a otro sintecho: "Hoy te toca a ti". Y había estallado en risas.
El juicio se celebró este año en la Audiencia Provincial de Madrid hace tres meses. El autor del apuñalamiento fue condenado por homicidio a 15 años de prisión. La vista oral apenas tuvo seguimiento mediático porque coincidía en el tiempo con el del rapero Isaac, un chico de 18 años apuñalado cuando acababa de salir de casa por una rivalidad entre bandas juveniles.
En 2023 se han registrado 35 homicidios, 12 menos que en 2022. En esa lista, siempre hay crímenes en los que las víctimas y, generalmente también los autores, son sintecho, muchas veces adictos a sustancias. Este año han sido tres los que han muerto en la indigencia. Uno en una pelea en una infravivienda en Aranjuez, otra mujer falleció quemada bajo el puente de Pedro Bosch, y otra, tras recibir un golpe en la cabeza en un descampado de Tetuán.
En el juicio por el homicidio de Rafael nadie ejerció la acusación particular, aquella que ejercen normalmente los seres queridos de la víctima, a los que también se considera agraviados por la muerte violenta. Nadie se consideró aludido por este crimen. |