Madrid/Barcelona, [11/12/2025] — El perfil de la persona privada de libertad en España está en plena transformación. Un análisis de los datos penitenciarios revela dos tendencias demográficas críticas: un claro envejecimiento de la población penal y una persistente y significativa presencia de reclusos de nacionalidad extranjera, que se aproxima a uno de cada tres internos.
Los datos recientes desglosados por sexo y edad, combinados con las cifras de nacionalidad de Instituciones Penitenciarias de 2024, dibujan un panorama complejo que desafía al sistema de reinserción.
1. El Envejecimiento: La Cifra más Alta en el Tramo de 41 a 60 Años
Contrariamente a la imagen popular, el sistema penitenciario está envejeciendo. La población reclusa con condena (penada) se concentra de manera abrumadora en grupos de edad avanzada, superando a los jóvenes y veinteañeros.
En 2024, la franja de edad con mayor representación en los centros penitenciarios son los hombres de 41 a 60 años, que superan los 2.300 reclusos penados. Le sigue el grupo de 31 a 40 años, con unos 1.500 internos.
Este patrón de envejecimiento se reproduce en la población femenina, donde el mayor grupo de reclusas penadas se encuentra también entre los 41 y 60 años. El incremento sostenido del grupo de mayores de 61 años (que superan los 340 hombres penados) subraya la necesidad de adaptar los recursos sanitarios y asistenciales de las cárceles.
En contraste, los jóvenes con pena (18 a 25 años) representan una porción minoritaria del total.
2. La Brecha de Género Abismal
La población total con condena sigue dominada por los hombres. En 2024, la población total de hombres reclusos penados alcanzó casi los 5.000 individuos, mientras que el total de mujeres penadas se situó apenas por encima de las 570. Esto significa que la proporción de hombres frente a mujeres reclusas penadas es de casi 9 a 1.
3. El Impacto de la Nacionalidad Extranjera
Al añadir la variable de la nacionalidad, emerge una segunda tendencia dominante. Las cifras del Ministerio del Interior indican que la población penitenciaria extranjera constituye una parte sustancial de los internos en España.
Porcentaje Total: La población reclusa extranjera en el conjunto de las cárceles españolas (excepto Cataluña y el País Vasco) oscila cerca del 30% del total de la población.
Nacionalidades Mayoritarias: Dentro de este grupo, los reclusos de nacionalidad marroquí son, con diferencia, el contingente más numeroso, llegando a representar alrededor del 27% del total de los presos extranjeros. Les siguen a distancia, pero de forma significativa, ciudadanos de Colombia, Rumanía y Argelia.
La alta concentración de extranjeros plantea desafíos específicos en materia de derechos, asistencia consular y, crucialmente, en los procesos de extradición o expulsión tras el cumplimiento de la condena, elementos esenciales para garantizar una política penitenciaria eficaz y humanitaria.
En conjunto, estos datos ofrecen una imagen detallada de la realidad de las cárceles: un sistema que lidia con el reto del envejecimiento, la enorme disparidad de género y la gestión de una población extranjera considerable, obligando a una reevaluación constante de las estrategias de rehabilitación y reinserción.
Ahora bien, el análisis de los datos demográficos penitenciarios trasciende la mera estadística para revelar la mecánica de poder que normaliza y castiga. Las cifras de edad, sexo y nacionalidad no son solo recuentos; son los instrumentos del "Examen" que clasifica, diferencia y, en última instancia, construye el cuerpo dócil del recluso. Así:
1. La Clasificación por Edad: El Envejecimiento del Cuerpo Dócil
La clasificación por edad es el método por el cual la prisión mide la persistencia y evolución de la "desviación" a lo largo de la vida del individuo.
Los datos recientes exponen una preocupante vejez de la población penal con pena (penada), un fenómeno que la estadística normaliza:
El Dominio de la Madurez: El mayor contingente de reclusos se concentra en la franja de 41 a 60 años (con más de 2.300 hombres y 240 mujeres penadas). Esto sugiere que la disciplina penal se ejerce no tanto sobre el crimen juvenil o impulsivo, sino sobre el fracaso biográfico y la reincidencia crónica.
La Obsesión por la Curva Normal: Los grupos de jóvenes (18 a 25 años) son comparativamente minoritarios. Al situar a los jóvenes en los extremos de la curva, el sistema afirma que la verdadera anormalidad—la que requiere la máxima vigilancia—se instala con la madurez. La cárcel se convierte en el lugar donde los cuerpos son cronometrados y controlados hasta la senectud.
2. El Gesto de Género: La Microfísica del Poder y la Brecha
El sistema penal, como mecanismo de poder, no es neutral al género. La abrumadora desproporción —con casi 9 hombres penados por cada mujer penada— ilustra cómo el poder se aplica de manera diferenciada en la sociedad.
Esta brecha revela la doble normalización de la mujer:
La Norma Exterior: La sociedad tolera y etiqueta menos la desviación femenina, lo que podría llevar a que las infracciones sean tratadas por otros aparatos de control (sociales, psiquiátricos).
La Microfísica del Castigo: El castigo abierto de la prisión se reserva mayoritariamente para el cuerpo masculino. El sistema disciplinario utiliza el género como una de las primeras categorías para dividir y dominar, creando una "economía de la pena" donde la población carcelaria es fundamentalmente masculina.
3. La Nacionalidad: El Otro como Objeto de Vigilancia
La inclusión del dato de nacionalidad introduce la categoría del "Otro" como foco de la vigilancia. Que la población extranjera se acerque al 30% de los reclusos totales no es casualidad; es la prueba de la función de la prisión como herramienta de gestión de la marginalidad social.
El Encerramiento Estratégico: La sobrerrepresentación de ciertas nacionalidades (como la marroquí, el grupo extranjero mayoritario) no solo refleja patrones migratorios, sino también la tendencia del poder a vigilar, etiquetar y, finalmente, encerrar a aquellos que no están perfectamente asimilados a la norma productiva y social.
La Condición de "Peligro": Para el poder, la extranjería se suma a la delincuencia, reforzando la idea de una "peligrosidad" inherente que debe ser aislada y sometida a la disciplina penitenciaria, tal como se hacía con la locura o la enfermedad.
En resumen, los datos penitenciarios no son un simple registro de criminales; son el resultado visible de una tecnología de poder. La edad, el sexo y la nacionalidad son las grillas de lectura que emplea la institución para fabricar y someter al "cuerpo dócil", asegurando la perpetuación de un orden social basado en la vigilancia constante y el castigo como técnica de corrección de la desviación.
PARA ENLAZAR DESDE NUESTRO BLOG TUS NOTICIAS CONTÁCTANOS
email de contacto: aliazon.comercialyventas@gmail.com



