¿Recuerdan el genocidio de los uigures en China? Fue una gran polémica internacional que estalló en 2018, c... ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ | | | | Miércoles 6 de agosto de 2025 | | | | | | | | ¿Y si China tiene razón en su actitud hacia el islam? | | ¿Recuerdan el genocidio de los uigures en China? Fue una gran polémica internacional que estalló en 2018, cuando se descubrió que el Partido Comunista había puesto en marcha una campaña de detenciones e internamientos masivos que afectaba a esta minoría étnica de origen túrquico y religión musulmana que habita la región noroccidental del gigante asiático. Diferentes organizaciones de derechos humanos, e incluso Naciones Unidas, denunciaron que los uigures estaban siendo encerrados en campos de reeducación, en los que recibían cursos para «lavarles el cerebro». | | En un principio, Pekín negó que existiesen esos campos, que algunos calificaron incluso como 'de exterminio'; luego, ante las evidencias recopiladas por periodistas extranjeros, reconoció que sí existían, y explicó que estaban diseñados para reducir el «integrismo islámico» de grupos que habían llevado a cabo numerosos atentados terroristas. En esta coyuntura, el mundo dio por buenas estimaciones que hablaban de un millón de detenidos en esa estrategia contra el extremismo y de dos millones de reeducados. No obstante, esas cifras siempre apuntaban en la misma dirección: la de Adrian Zenz, un antropólogo alemán claramente anticomunista que nadie sabe cómo las calculó. | | | Esta se convirtió en una de las icónicas imágenes del 'genocidio' uigur Reuters | Al final, el asunto quedó rebajado a un 'genocidio cultural', la malabarista fórmula dialéctica utilizada para definir la asimilación cultural de esta minoría, en cuyo seno existe un movimiento independentista que no rehúye la acción armada y que ha estado involucrado en organizaciones integristas internacionales, como el Estado Islámico. | | Al fin y al cabo, el término genocidio -a secas- no se sostiene en este caso si se acepta su definición como el «exterminio o la eliminación sistemática de un grupo humano» y se tiene en cuenta la evolución de la población uigur en China: exentos de la política de natalidad que restringía a uno el número de descendientes durante más de tres décadas, los uigures pasaron de ser apenas seis millones en 1982 a casi doce millones en 2020. Que hayan duplicado su peso demográfico en un momento en el que la población general se ha mantenido estancada, o incluso ha disminuido, no parece la definición de un genocidio. Sin embargo, la polémica ha servido para imponer sanciones y lanzar campañas contra el uso de algodón de Xinjiang, donde también se denuncia trabajo esclavo con escasas pruebas. | | | Evolución de la población uigur en China. Censo Nacional de China | Ahora, nuevas informaciones apuntan a que China se ha embarcado en una campaña más extensa contra el islam, reduciendo el número de mezquitas en el país e incluso reformando las existentes para eliminar sus características más prominentes, como los minaretes culminados por la característica media luna. Una investigación del diario Financial Times concluye que tres cuartas partes de 2.312 mezquitas analizadas por satélite han sido destruidas o reformadas, incluida una de las más grandes, la de Doudian en Pekín. | | | Comparación de la mezquita de Doudian. Financial Times | No es nada nuevo, anteriormente, el régimen hizo lo propio con las iglesias cristianas y sus cruces, y no esconde que su estrategia pasa por la 'sinización' de las religiones. La Constitución establece que la República Popular es un país ateo, pero garantiza la libertad de credo a sus habitantes y reconoce cinco religiones (budismo, taoísmo, catolicismo, protestantismo e islam) que, eso sí, controla muy de cerca. Esa supervisión oficial, que pretende evitar discursos que puedan atentar contra la línea oficial, provoca tensiones con el Vaticano por la ordenación de obispos o con los tibetanos por la sucesión del Dalai Lama. En resumen, en China la religión jamás puede estar por encima del Estado, ni puede inmiscuirse en sus asuntos. Por eso persigue sin cuartel a toda institución que pueda promulgar ideas diferentes, como sucede, por ejemplo, con la polémica secta Falun Gong. | | | Protesta contra China. Reuters | Una funcionaria del Ministerio de Asuntos Exteriores, encargada durante algunos de los años que fui corresponsal allí de meterme en vereda y hacerme saber qué información no era de su agrado (aunque nunca se me cambió una coma ni dejé de escribir lo que honestamente creía que debía publicar), me invitó a comer en mi último viaje a China. Ya sin esa carga de supervisión, la comida resultó relajada y muy interesante, sobre todo porque pudimos confrontar ideas sobre la relación con el islam, entre otras cosas. Al fin y al cabo, algunos de los textos que publiqué sobre los uigures no hicieron mucha gracia en el Partido Comunista. Sin embargo, nunca había tenido la ocasión de confrontar opiniones. Ahora me ha autorizado a publicar las reflexiones que hicimos sin nombrarla y creo que merece la pena dedicarles esta newsletter. | | Por eso, hoy nos acercamos al trato que China dispensa a los uigures y a los musulmanes en general para ver si se puede aprender algo al respecto. | | La polémica de los uigures | El genocidio que no fue y se olvidó | | En primer lugar, hay que tener en cuenta que en el gigante asiático la colectividad siempre está por encima de lo individual. Y que es el Partido Comunista de China el que regula esa colectividad sin oposición. En segundo lugar, el buenismo y lo 'woke' no tienen cabida. En lo social, el PCCh y VOX -o Donald Trump- se parecen mucho más de lo que les gustaría reconocer. Dos ejemplos: un inmigrante ilegal en China es deportado inmediatamente sin que haya debate social alguno por ello; y si alguien okupa una vivienda, lo sacan de las orejas. Son reglas consideradas lógicas por la mayoría de la población. Así, no es de extrañar que la funcionaria coincida con Trump cuando dice que «los musulmanes pueden destruir Europa». De hecho, me cuenta que viajó a Francia no hace mucho y que volvió aterrorizada: «No se puede caminar tranquila por la calle, y no por los franceses». | | Ella está convencida de que el islam es una religión con vocación hegemónica, lo mismo que el Partido Comunista. Por eso, su convivencia es complicada. Además, añade, el islam se extiende con ánimo colonizador, como hizo el cristianismo en su momento. «Es parecido, pero van con unos cuantos siglos de retraso». No solo se refiere al afán expansivo de la religión, también a los valores que promulga. Y vuelve a Europa: «El feminismo, el respeto a la diversidad sexual, el laicismo… Son aspectos que ha impulsado la misma izquierda que ahora ampara a quienes arremeten contra ellos directamente. Explotan las garantías que ofrece el sistema para ir contra el sistema mismo», señala. Y cuesta rebatirlo. | | | Perímetro de uno de los campos de reeducación. AFP | «En China, eso no sucederá. Ninguna religión puede decidir reglas sociales con sus cuentos para niños», subraya. Le pregunto por el choque entre las libertades individuales y la indumentaria, porque China ha prohibido el velo integral o niqab. «¿El Estado no puede decidir cómo visten sus ciudadanos pero sí puede hacerlo una religión?», pregunta, algo enfadada. «Hay unas reglas de decoro y de seguridad. No se puede vestir con la cara completamente tapada, da igual la religión que tengas». | | En el caso de Xinjiang, la funcionaria tiene claro que lo que se ha hecho es reconducir a un grupo que trataba de hacer lo mismo que ella critica en Europa. «Nadie está por encima de la ley y de las reglas. Tampoco tradiciones o religiones», sentencia. Y no tiene inconveniente en que hayan pagado justos por pecadores. «Se les ha ofrecido a todos conocimientos que les vendrán bien, desde la lengua y la Constitución, hasta cursos de formación profesional». Y se remite a los resultados. «Desde ese programa, el terrorismo ha desaparecido y la situación está mucho más calmada. Eso es integración de verdad, y no lo que hacéis vosotros creando guetos, inseguridad y enfrentamiento social». | | Preguntada por cómo cree que Europa debería tratar de solucionar los problemas de convivencia, lo tiene claro. «El de Xinjiang puede ser un buen modelo. A los inmigrantes, da igual de qué religión, hay que enseñarles las reglas, lo mismo que se hace con los niños locales en la escuela, y castigarles si se las saltan. Quizá se podrían diseñar cursos de integración. En cualquier caso, hay que ser menos tolerante con el intolerante». | | | Xinjiang es uno de los principales productores de algodón del mundo. Wu Hong | He visitado Xinjiang en tres ocasiones y es más que evidente que no son solo los cursos lo que ha surtido efecto. Esa región es uno de los pocos lugares militarizados de China, donde existe una represión evidente que chocaría directamente con los valores de la socialdemocracia europea: desde controles intrusivos, hasta cámaras de videovigilancia con sistemas de reconocimiento facial por doquier. Además, está el arrinconamiento de la identidad uigur, como sucede con la tibetana. | | Sin embargo, es recomendable recordar que China es un complejo mosaico compuesto por 56 etnias diferentes que, en su gran mayoría, conviven en paz y se desarrollan a velocidades similares. También las hay musulmanas, como los Hui, que suman en torno a 25 millones de habitantes y no tienen problemas de convivencia. «Son la prueba de que se puede hacer», sentencia la funcionaria. | | Es todo por hoy. Espero haberte explicado bien algo de lo que está ocurriendo en el mundo. 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