Para un aficionado al baloncesto como Pedro Sánchez ganar con emoción hasta el final y sobre la bocina tiene una satisfacción añadida. Aprobar dos de tres decretos de gran calado por el alcance social de sus medidas, así como la senda de sostenibilidad presupuestaria que servirá para redactar los nuevos Presupuestos, y seguir adelante con la tramitación de una ley clave en sus planes como la de amnistía se puede considerar una victoria. ¿O no? Según se mire. Lo ocurrido ayer en el pleno del Congreso (acogido por el Senado) deja muchas más sombras que luces sobre la estabilidad de la XV Legislatura.
La mayoría que sostiene al Gobierno es la más transversal de la democracia, pero también (y en buena medida por ello), una de las más complejas de gestionar. Y la sensación que deja la larga sesión es que no hay un acuerdo de legislatura sólido para Sánchez y los socialistas, a quienes se le puede convertir en un largo tormento este mandato si tienen que negociar como ayer con un Junts exhibicionista del valor de sus siete votos y poco fiable y un Podemos decidido a amargar todo lo posible la existencia de Yolanda Díaz. Los protagonistas de la tira del maestro Peridis que encabeza estas líneas, con el presidente sobre una columna bamboleante. Como apuntaba hace un mes Víctor Lapuente en Lengua afilada, dientes gastados, “aunque tenga buena voluntad, el Gobierno tendrá problemas para aprobar grandes medidas”, dada la situación en que ha de moverse.
“El PSOE y Sumar (…) tienen que asumir la precariedad de su situación” remata hoy el editorial de EL PAÍS. Y enfatiza no solo las “enormes dificultades” que va a tener “gobernar con los votos imprescindibles pero volátiles de Junts y también de Podemos”, sino que “Sánchez no puede permitirse convertir cada votación en una negociación agónica con nuevas listas de exigencias ajenas al objeto del debate. Debilita al Ejecutivo y deteriora la actividad parlamentaria”. “Aunque la legislatura haya arrancado con retraso, nada obligaba a llevar a un solo pleno tantas y tan diversas propuestas mezcladas. Y a la vista de los resultados, con tan insuficiente negociación”, abunda el editorial, titulado Estrategia arriesgada.
Por delante queda conocer en detalle el alcance de las concesiones pactadas con Junts a cambio de su no voto en cuestiones como el traspaso a Cataluña de las competencias en inmigración cuando el desgaste del independentismo ha ido parejo al crecimiento en su interior de discursos xenófobos, como señalaba recientemente Paola Lo Cascio en una tribuna. O la supresión del artículo 43 bis de la Ley de Enjuiciamiento Civil, relativo a la cuestión prejudicial europea. Un asunto que, en lo que respecta a las medidas de gracia por el procés, abordaba ayer mismo Joan Ridao en Lo que puede hacer Europa con la amnistía.
Por delante queda ver cómo explica Podemos haber votado junto a la derecha y la extrema derecha en una decisión que deja a 730.000 personas cobrando un subsidio de desempleo de 480 euros, y no de 570 como fijaba el decreto.
Daniel Gascón, quien califica de “agónico” el proceso de convalidación de los decretos, incide en la falta de solidez de la mayoría que apoya al Ejecutivo y recalca que, si son tan positivas son las medidas votadas, “no se entiende por qué se escoge un mecanismo que reduce las posibilidades del debate. (…) Otra opción habría sido retirar la proposición de la ley de amnistía a cambio del apoyo del Partido Popular: la importancia de las medidas legitimaba ese sacrificio. Paradójicamente, la debilidad del Gobierno justifica un procedimiento menos garantista y la dificultad para legislar impulsa un recurso fraudulento”. Esta es su columna: Ni progresista ni mayoría.
Mientras, la ley de amnistía, una de las claves de lo que vaya a dar de sí este mandato, sigue adelante tras el rechazo de las enmiendas a la totalidad del PP y Vox. Los populares han dejado sobre la mesa su intención de crear un como mínimo cuestionable delito de “deslealtad constitucional” que suscita la crítica de Ignacio Sánchez Cuenca: “Meter en el debate público la ilegalización de partidos políticos porque no comparten una determinada visión de España (…) supone una alteración profunda de las bases democráticas de nuestro sistema político. Es la demostración más palpable de que nuestras derechas han emprendido una senda iliberal. Lo irónico es que lo hagan en nombre de la Constitución de 1978 y de la democracia y, encima, que el trampantojo funcione”. Lea su reflexión completa: ¡Todos a la cárcel!
Xavier Vidal-Folch recuerda que el PP “también militó contra los indultos, contra los que interpuso recursos judiciales, que ahora olvida. En las cuestiones catalanas su doctrina es palo, jamás zanahoria”. Su texto es este: La derecha, a favor de la amnistía.
Dure lo que dure esta incierta XV Legislatura, muchos recordarán probablemente la repetida maldición: “Ojalá te toque vivir tiempos interesantes”.
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