Una vez pasada la primera parte de las fiestas navideñas, el segundo asalto (ya saben, aún quedan los Reyes para el carpetazo festivo definitivo) viene cargado de repasos a lo que fue el año que termina y lo que puede deparar el que empieza. Y si de algo llega cargado este 2024 es de urnas y convocatorias electorales que, como decía el editorial de EL PAÍS, “pondrán a prueba el funcionamiento y la calidad de las instituciones de la democracia, pero los resultados tendrán también su traducción en la correlación de fuerzas entre las grandes potencias del tensionado orden multipolar”. Y concluye: “A los europeos corresponde prepararse para lo peor, es decir, un resultado que perturbe el lazo transatlántico, debilite a Ucrania frente a Rusia y dé carta blanca a Netanyahu en la salida de la guerra de Gaza. Entre las elecciones de Taiwán y las estadounidenses, pasando por las europeas y las mexicanas, el nuevo año corre el riesgo de identificarse con la abierta declaración de una segunda guerra fría entre China y Estados Unidos. Si es así, la UE deberá definir su posición y comprobar su capacidad para traducir en actos los eternos deseos de desempeñar un papel estratégicamente autónomo en el nuevo orden internacional”. Pueden leer el editorial completo en 2024, año de examen al orden mundial.
Para Lídia Jorge, el principal desafío de este año nuevo es la verdad, como escribe en Bajo el signo de la verdad. “En el año 2024, que ahora empieza, si acaso la Historia siguiera teniendo similitudes con la lógica de una narrativa, después de los nudos atados, sobre todo desde hace dos años, estas guerras deberían empezar a completar sus peripecias y llegar a sus desenlaces, a lo largo los próximos meses. Es posible que los jóvenes desfilen por las calles empuñando pancartas a favor del Desarme, de la Paz, de las Plantas, de los Animales, de los Mares y de los Ríos. Si en alguna estuviera escrita la palabra Verdad, yo desfilaría tras ella.
Daniel Bernabé trae ese mismo ejercicio a territorio nacional en El Gobierno debe explicarse como en una canción de Morricone. A su juicio, “el impulso reformista de este Gobierno no puede quedar reducido a una cuenta de resultados, sino que debe narrarse como si se tratara de una canción de Morricone, que conmueve porque promete, desde las primeras notas, que lo que se va a escuchar forma parte de algo mucho más grande que la simple música: historia, ideas, tradición, grupo, un lugar al que dirigirse, una aventura colectiva que merece la pena librar. Este Gobierno tiene la responsabilidad, no pequeña, de conducir al país en un momento de cambios profundos y en un contexto internacional que, como nos tememos en el Mar Rojo, no va a dar un respiro.”
Eliane Brum pone el foco en la emergencia climática y asegura “solo tenemos una oportunidad si nos movemos hoy, ya, ahora, con una respuesta a la altura de una especie en peligro de extinción. Es eso o asumir el fracaso, anunciando a los niños este inicio de 2024 que acaban de vivir el año más fresco y estable del resto de su vida”. Lean aquí 2024, ¿el año en que se aceptará el fracaso?
Dadas las circunstancias, quizás nos convenga más acudir a los sabios. Y pocos en esa labor como Manuel Vicent. Si como dice Vicent en su Propósito para 2024, “mirar dónde pones el pie es el principio de toda sabiduría”, echemos a andar este 2024 con su misma intención, “fijarse bien dónde pondría los pies, más que nada para no tener que pisar alguna de esas mierdas que caen del cielo. Con eso le bastaba”.
Por si entre tanto turrón, comidas familiares, cenas de amigos y excesos varios se le ha escapado alguno de nuestros artículos de Opinión, aquí le dejamos algunos de nuestros imprescindibles de la última semana.
Suerte para este 2024. |