"...Cuando veo a los míos
ansiosos por entablar combate, mis miembros desfallecen, me tiembla el cuerpo,
siento la boca seca y se me eriza el pelo. Me arde la piel y soy incapaz de
sostener el arco gandiva. Apenas puedo tenerme en pie, mi entendimiento se
nubla y oscurece con funestos presagios. ¡Oh Krsna!, ¿qué sentido tendría dar
muerte a mis familiares y amigos? A ese precio no deseo la victoria ni el
reino, la riqueza ni los placeres, ni siquiera la propia vida. Aquellos por los
que deseamos reinos y riquezas están aquí dispuestos a luchar renunciando a su
vida y a todo lo que poseen. Maestros, padres, hijos y abuelos, nietos,
suegros, cuñados y demás parientes. De ningún modo podría matarlos, ni siquiera
a riesgo de que ellos me mataran a mí. No lo haría ni por la soberanía de los
tres mundos, menos aún por la de esta tierra. ¿Qué obtendríamos matando a los
hijos de Dhrtarastra? Sólo el pecado. Y la desgracia eterna de haber matado a
miembros de nuestra propia familia. ¡Oh Krsna, ninguna felicidad sería posible después de semejante crimen!
Aunque ellos, ciegos
por la obstinación, no vean ningún crimen en enfrentarse a sus familiares y
arrebatarles la vida, ¿no habríamos nosotros de retroceder ante semejante
aberración?...
Y habiendo
pronunciado estas palabras en el campo de batalla, Arjuna arrojó el arco y las
flechas y se dejó caer desolado en el asiento de su carro."
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