Buenos días, lectores:
Con giros de último minuto en la que ya era la novela más larga y tediosa de Colombia, este martes, por fin, se eligió nueva fiscal general de la Nación. La Corte Suprema de Justicia se decantó por Luz Adriana Camargo Garzón, que obtuvo 18 de 23 votos. El país esperaba expectante la ronda de votaciones de los magistrados, el último capítulo de esa tragicomedia que había generado enormes roces entre la Corte y el gobierno de Gustavo Petro, y ya llevaba tres meses. Hasta que 10 minutos antes, renunció una de las tres postuladas, la abogada Amelia Pérez. Plot twist.
Pérez argumentó en una carta que su renuncia obedecía al surgimiento de “factores extraños a una tranquila y pacífica elección” porque en días pasados la arqueología tuitera trajo al presente mensajes polémicos de su esposo y la puso en la diana de las críticas. Este martes, mientras ella iba a Palacio a entregar la carta al presidente Petro, afloraba el espíritu leguleyo de Colombia y volaban las interpretaciones de abogados. Que si la Corte tendría en cuenta la renuncia, si era válido decidir con solo dos ternadas, si habrá demandas…
Pero, contrario a la lentitud de todo el proceso y, solo con una ronda de votación, se anunció el humo blanco. Se acababa sí la fiscalía de Francisco Barbosa y la interinidad de Martha Mancera.
Ahora, ¿quién es y qué propone la nueva fiscal?
La nueva fiscal conoce los vericuetos del sistema judicial, donde comenzó en los juzgados de Paloquemao como sustanciadora, y ha trabajado en todas las instancias de un proceso penal. Ha sido fiscal seccional, delegada ante la Corte y directora administrativa de la Fiscalía. Fue magistrada auxiliar de la Corte Suprema y una de las investigadoras del fenómeno de la parapolítica, en la que resultaron condenados 60 congresistas y 50 alcaldes y gobernadores. También trabajó en la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CIGIG) junto al hoy ministro de Defensa, Iván Velásquez. En esa comisión, la abogada de 59 años se encargó de la desarticulación de redes criminales y de lavado de activos.
Camargo propone una fiscalía con enfoque territorial, porque considera que, sin modelos diferenciados, los fiscales están en desventaja frente a los criminales. Afirma que cambiaría los indicadores de gestión porque en la actualidad “la Fiscalía se mide mal”; utilizaría la inteligencia artificial aplicada a la investigación criminal, fortalecería las rutas de atención a las víctimas y mejorar el papel de los fiscales en los juicios. “El cuello de botella actual de la Fiscalía es el sistema penal acusatorio”, dijo en noviembre ante la Corte.
Pero, ¿con qué se va a encontrar? Lo primero es que durante estas semanas la fiscal interina Martha Mancera generó una serie de cambios en la estructura administrativa de la Fiscalía. Mancera ha estado bajo la sombra de señalamientos por el presunto encubrimiento del exdirector del CTI de Buenaventura, vinculado con redes de narcotráfico y tráfico de armas. La nueva fiscal deberá dar luz sobre esas investigaciones y también enfrentará la transparencia de las cifras de la gestión de Barbosa-Mancera, que según varias denuncias periodísticas han sido acomodadas, como escribió el columnista de Cambio, Yohir Akerman.
La nueva fiscal también tendrá que pilotear casi 3 millones de casos activos, pero sobre todo algunos complejos como el que cursa contra el expresidente Álvaro Uribe por manipulación de testigos y fraude procesal; lo que se derive de la información del excomandante paramilitar Salvatore Mancuso; y los que medirán su relación con el actual Gobierno, como la investigación contra Nicolás Petro, el hijo del presidente, por lavado de activos, entre muchos otros. Camargo aún no asume, pero el Centro Democrático anunció demandas a su elección.
Aunque esta novela terminó, desde ya se habla de una certeza: el sistema de elección de un cargo tan importante como este requiere mejoras o decididamente, cambios. |
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