Buenos días.
Nadie podrá decir que Javier Milei no tiene sus prioridades y que no procura atenderlas. A la luz de sus primeros seis meses como presidente de Argentina —y pese a que él dice detestarlo porque extraña a sus perros—, una de ellas es viajar. Por el mundo. En rigor por el hemisferio Norte, en particular por Estados Unidos y Europa. ¿Su objetivo declarado? Mostrarse como un líder global de la ultraderecha.
Desde que asumió en diciembre, Milei ya realizó ocho viajes fuera del país, en algunos de los cuales sumó más de un destino: estuvo cuatro veces en Estados Unidos, dos en Italia, una en el Vaticano, Israel, España y El Salvador. Dentro de Argentina apenas ha salido de Buenos Aires. Tampoco ha visitado a ninguna nación de la región sudamericana.
El fin de semana pasado visitó la región italiana de Apulia, para la cumbre del G-7, y la ciudad suiza de Bürgenstock, para el encuentro organizado por el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Cuatro días después de haber regresado, este jueves partirá en su noveno viaje al exterior. La meta, esta vez, es triple. España, Alemania y, finalmente, República Checa. Cuando vuelva, habrá pasado casi 40 días fuera de Argentina desde que es presidente.
Un rasgo llamativo en los viajes de Milei es que la mayoría excluye encuentros con sus pares, los presidentes de los países visitados, pero no es raro, en cambio, que los incluya con dirigentes opositores de sus anfitriones. Original estrategia diplomática. En sus sucesivos pasos por Estados Unidos, Milei nunca se cruzó siquiera con Joe Biden, pero sí lo hizo con su rival en las próximas elecciones, Donald Trump.
El caso de España es el más claro. No sólo nunca se previó una reunión con Pedro Sánchez, sino que directamente en los días anteriores a viajar Milei hizo todo lo posible por dinamitar cualquier remota posibilidad. En mayo, el presidente argentino denostó a Sánchez y llamó "corrupta" a su esposa, Begoña Gómez, en respuesta los dichos de un ministro español, que había sugerido el consumo de sustancias por parte del argentino. Una vez en Madrid, redobló la apuesta al participar de una cumbre del partido ultraderechista Vox junto a su líder, Santiago Abascal. La escalada de acusaciones e insultos derivó en el retiro de la embajadora española en Buenos Aires.
En la antesala de su nueva visita a España, Milei volvió a hacerlo. El lunes acusó al Gobierno de Sánchez de perseguir a un comunicador ultraderechista y de incurrir en "socialismo autoritario”. Para evitar malentendidos, este martes, en una entrevista por televisión, Milei calificó de "cobarde" al mandatario español y, entre otras cosas, consideró que, en cuanto a la libertad de expresión, "está aplicando el mismo modelo que [el venezolano Nicolás] Maduro".
Otro rasgo saliente de estos viajes de Milei es que, pese a que son financiados por las arcas públicas, allá donde no alcanza la motosierra, suelen ser organizados para actividades privadas, vinculadas a su performance como líder "libertario" global. Después se añaden, si se puede y cuando se puede, actividades oficiales. En la visita de mayo a Madrid, el objetivo era estar en la cumbre de Vox y a último momento se organizó un encuentro con empresarios. El propósito del viaje de este viernes, anunciado con antelación, es recibir un premio del Instituto Juan de Mariana. A eso se sumó, recién este miércoles, un encuentro con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien concederá a Milei la Medalla Internacional de la comunidad.
El periplo europeo del argentino continuará en Alemania y República Checa. En Hamburgo, el sábado, Milei será distinguido por la Asociación Hayek, que lo estima como un "reformador ambicioso en el espíritu de Friedrich A. von Hayek y la escuela austriaca de economía". Luego, en Berlín, esperaba reunirse con el canciller Olaf Scholz, pero las críticas del Gobierno alemán a los exabruptos del presidente contra Pedro Sánchez frustraron el encuentro. El cierre de la gira será en Praga, donde Milei recibirá un premio del Instituto Liberal de República Checa. Lo privado por encima de lo público. Prioridades del presidente que se define como un topo llamado a destruir el Estado desde adentro.
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