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Febrero es el mes de Arco. Desde la inauguración de la primera edición, el 9 de febrero de 1982, la feria de arte contemporáneo más importante de nuestro país se celebra este mes, con alguna salvedad. No hay norma sin excepción. En 1986 tuvo lugar en abril, para evitar la competencia con la feria de Zúrich, que luego no fue tal. Y, más cerca, en 2021, fue julio el mes que acogió la cita, cuando la covid lo permitió, que era quien marcaba la agenda entonces.
Este año también se escapa de febrero: la 43ª edición se celebrará del 6 al 10 de marzo. Pero lo verdaderamente excepcional, será que, por primera vez, su fundadora y primera directora, Juana de Aizpuru, no estará en la feria. Bueno, no estará su galería, no ocupará ese lugar preeminente en el centro del pabellón 9 de Ifema. La realidad es que Juana siempre estará presente en Arco. Ella está en su ADN. Y la directora actual, Maribel López, avanzó que se homenajeará a la galerista durante la feria.
En un texto para un libro que se está preparando sobre De Aizpuru, Rosina Gómez-Baeza —otra de las almas de Arco, ya que sustituyó a Juana en la dirección en 1986 y donde se mantuvo 20 años, hasta 2006— cuenta la cena en el restaurante sevillano El Burladero en la que se gestó todo: “Allí estábamos Adrián Piera, presidente de la recién constituida Ifema, Francisco Sanuy, primer director general de la institución ferial, Juana y yo, a la sazón primera directora de certámenes de la entidad ferial madrileña (…). Ifema estaba en ese momento en los albores de su carrera meteórica y buscábamos sectores a los que atender. El arte nos parecía interesante, ahí estaban las ferias de Colonia, Basilea y París para demostrarlo. Llamamos a Juana para vernos. Nos contagió su entusiasmo y confiamos en ella, irradiaba sabiduría. Un cierto misticismo se desprendía de su porte. Y en esa cena se bautiza a la feria, un AR.CO escrito por el presidente en una servilleta de papel. Ocurrió hace 45 años”.
Será este Arco 2024 el primero en el que el porte y el cabello rojizo de Juana no pase las horas en Ifema, atendiendo y explicando minuciosamente a clientes y autoridades las obras de su galería. Todo por sus artistas. O sentada comiendo un bocadillo, experiencia que cualquiera que haya pasado por Arco en varias ocasiones ha vivido, desde la que escribe, hasta Manuel Segade, director del Museo Reina Sofía, o la comisaria independiente Semíramis González. Ese espacio central del pabellón 9 ahora lo ocupará otra de las clásicas de Arco, la galería parisina Chantal Crousel.
Y para saber qué supondrá este primer Arco sin Juana, esta vallisoletana de 90 años que comenzó su carrera artística en Sevilla y que quiso abrir ese Madrid de los ochenta al arte contemporáneo, he recabado la opinión de pesos pesados del mundo del arte, algunos comenzaron más o menos a la vez que ella, otros han venido después y la consideran “un referente”, como dice Maribel López.
La directora de Arco certifica que este año “va a ser extraño, pero a la vez vamos a poder darle las gracias. Estamos preparando varias cosas que son un poco sorpresa para ella. La vamos a echar muchísimo de menos por todo, por lo que aportaba, por su generosidad con todas las galerías. Sé lo que ha representado para coleccionistas, para galeristas jóvenes, todo lo que ha ayudado. Y ella conoce esa responsabilidad, sabe que trasciende”.
Para Carlos Urroz, que dirigió la feria entre 2009 y 2019, también es un referente: “La memoria de los últimos 40 años en el arte contemporáneo. ¡Se acuerda de los precios del primer Arco! Siempre me ha dado buenos consejos y ha criticado lo que no le gustaba. Es muy sincera. Cuando pensaba que alguna actividad distraía de lo principal en la feria que es la venta, lo decía. En eso estoy muy de acuerdo con ella. Recuerdo un año que por la horrible megafonía de Ifema se reproducían unas piezas de arte sonoro que podían resultar incómodas, ella iba a mi despacho a quejarse”. Y añade que confía en que todos los artistas que trabajaban con De Aizpuru encontrarán otros galeristas, quienes no los tengan ya. |
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