Buenos días.
El Gobierno que encabeza Javier Milei en Argentina celebra estos días haber cumplido su objetivo en su primer mes íntegro en el poder: vencer el déficit fiscal. En enero, las arcas públicas ingresaron menos de lo que se gastó y, tras pagar sus intereses de deuda, el país vio su primer mes de superávit financiero en más de una década. El Gobierno se ahorró casi 620 millones de dólares en un mes marcado por la caída abrupta de los ingresos de los argentinos, el desplome del consumo, y la pelea entre el Gobierno y las provincias, a las que el presidente cortó las transferencias de la recaudación federal. “La motosierra y la licuadora, que son los pilares del ajuste, no se negocian”, advirtió Milei. La buena noticia para el Gobierno ha sido una muy mala para la mayoría de los argentinos.
El superávit de enero, un 0,2% del PIB, ha sido resultado de la fuerte política de shock que Milei impulsa desde que asumió el poder el pasado 10 de diciembre. El mes pasado, el Gobierno se ahorró casi el 40% del gasto comparado a enero de 2023, con un recorte del 64% en los subsidios a la energía y el transporte, el 86% en la obra pública, y el 72% en transferencias a las provincias. Pero la peor parte no ha sido golpe de motosierra, sino licuadora, y se la han llevado los ingresos. Tras la devaluación que impuso el Gobierno en diciembre, la inflación se disparó hasta un 25,5% ese mes y un 20,5% en enero, mientras los salarios, las jubilaciones y las ayudas sociales se mantuvieron estáticas. Si en 2023 los precios avanzaron un 211,4% y los salarios solo un 152,7%, este año ha comenzado con una pérdida de ingresos de casi el 25% para los asalariados y de un 14% para los jubilados. El precio de los alimentos se ha encarecido un 300% en los últimos 12 meses y el consumo masivo se contrajo un 3,8% solo el mes pasado.
Milei confía todavía en que la sociedad tolerará su ajuste porque lo avisó en campaña. Pero mientras los ingresos pierden cada mes frente a la inflación, todavía está por verse que el Gobierno pueda mantener sus recortes al ritmo del mes pasado. El presidente había prometido encender la motosierra contra el gasto de la “casta política”, pero los primeros ajustes los están sufriendo los trabajadores y los jubilados.
Al humor social no ayuda que el presidente haya reforzado su histrionismo en las redes sociales, donde pasa un promedio de dos horas todos los días fogoneando a sus seguidores que han dejado de atacar a los políticos para concentrarse en artistas que osan criticar al mandatario en público. Mientras ajusta el gasto a golpe de licuadora, Milei se ha embanderado en la “batalla cultural” contra “la izquierda”. Su primer objetivo ha sido la cantante y actriz Lali Espósito, que trabaja en televisión desde los 10 años, pero que según el presidente es “un parásito que vivió chupando de la teta del Estado” por haber cantado en alguno de los festivales financiados desde hace años por los gobiernos provinciales.
Esta semana, el observatorio de la Universidad Católica Argentina ha calculado que la pobreza pasó del 49,5% en diciembre al 57,4% en enero. Hay unos 27 millones de pobres en un país con 46 millones de habitantes, las peores cifras desde la crisis de 2002. Mientras tanto, Milei tendrá este fin de semana otra oportunidad para recibir los aplausos de la ultraderecha global que lo tiene como adalid de su agenda: el sábado será uno de los platos fuertes de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), la gran reunión de los ultraconservadores americanos, donde se espera que de una charla horas antes de que hable uno de sus grandes referentes, el expresidente estadounidense Donald Trump.
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