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En una de las calles más reconocibles del barrio Salamanca se alza un emporio patriótico: la tienda del nacionalismo. Ya desde la entrada se puede intuir por donde van los tiros. A la vista de los transeúntes de esta concurrida calle, dos camisetas lucen el estampado ya célebre de “me gusta la fruta”, viralizado eufemismo de gran utilidad para insultar presidentes sin perder el caché. Como detalle de alta costura, dos franjas amarillas separadas por una roja fungen como señuelo para los vecinos de este acaudalado vecindario, algunos de los cuales se carcajean frente a las vitrinas abarrotadas de productos.
Todos los artículos son elaborados en Madrid y etiquetados con diseños únicos para esta tienda. Abundan las botellas de vino, cervezas artesanales, frascos de miel, tazas, llaveros, imanes, bases para ratones de ordenador, ropa, destapadores y, como no, cojines para las corridas de toros. Sobre la omnipresente rojigualda que sirve de telón de fondo a las etiquetas, resaltan las caras más emblemáticas de la Falange, símbolos de las fuerzas armadas, banderas y escudos franquistas, el logo en verde de Vox o en azul el del PP. Pero lo que más se ve son frases, muchas frases, “mensajes típicos del barrio… de derechas”, como dice Antonio D. propietario y fundador.
Para ilustrar con algunos ejemplos los artículos, basta con remitirnos a la taza que lleva estampado el topicazo “que te vote Txapote” o la botella de vino que muestra a Franco con una escopeta en la mano, preguntando “¿dónde está el Sánchez ese?”. Otros eslóganes que escapan del jaleo político diagnostican al espectador. “Tú lo que necesitas es follar”, se lee en un pocillo que tiene un dedo plasmado que apunta al comprador, quien, en vista de los sitios de esparcimiento que frecuenta, probablemente sí que le haga falta un poco de diversión.
La caja registradora está comandada por Antonio. “Quiero paz social y libertad”, confiesa el extremeño de 63 años que se define como “español”, “antivacunas” y “patriota”. El embrión de la tienda que hoy administra brotó hace cuatro años con el estallido de la pandemia. En ese entonces, y como una simple broma, agregó un nuevo artículo al stock de su tienda de artículos seguridad. Lo llamo el vacuvino, un crianza, cuya etiqueta se mofa de las vacunas creadas para combatir al coronavirus. Una copa de este elixir, asegura Antonio, supera las propiedades curativas de cualquier dosis de Pfizer o AstraZeneca. El producto todavía se promociona en sus estanterías a 20 euros bajo frases como “yo no me vacuno porque no me sale del coño”.
Al ver la buena acogida de la clientela, Antonio aprendió que “al patriota le gusta tener su identidad a la mano”, así que abrió un local exclusivo para productos nacionalistas, al que no le ha ido mal financieramente en sus 14 meses en funcionamiento, según cuenta el propietario.
Una particularidad de este comercio son los códigos QR que distinguen a cada producto y que actúan como portales a un universo paralelo, donde las noticias falsas se convierten en aforismos. El escaneo de los QR redirecciona al comprador a diferentes vídeos cargados en la página web de la tienda, que reproducen frases de Isabel Díaz-Ayuso, versiones adulteradas de las canciones de Shakira o la letra de Cara al sol.
En la sección internacional, resaltan la botella de vino con la imagen de un simpático Bukele o un póster de Milei con “la motosierra de la libertad”. De la nueva temporada, los productos contra la amnistía, principalmente pocillos que se preguntan y se responden: “¿Amnistía? Mis cojones”. Antonio ha afirmado este jueves que ya está trabajando en un nuevo producto para monetizar la trama que rodea al asesor del exministro socialista José Luis Ábalos por una investigación de corrupción.
Llama la atención que la tienda se promocione como un comercio de humor. Como si la obstinación en llamar dictadura a un Gobierno elegido democráticamente fuera motivo de burla en un país que aún supura por las llagas del franquismo; como si los millones de muertos a causa de la pandemia supusieran un motivo para partirse de risa. Si estos temas representan una broma para los compradores de esta tienda, tendría que ser una de mal gusto. E incluso en ese caso, reír para no llorar.
PD: algunos nombres y lugares se han evitado en este texto, más que por descuido del autor, por no avivar el proselitismo patriótico. |
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