Esta es la newsletter de Madrid. La escribimos un grupo de redactores de EL PAÍS que cada día ponemos a prueba por la vía empírica la máxima De Madrid al Cielo. La enviamos de lunes a jueves a las seis de la tarde, y los viernes, dedicadas a propuestas de cultura para el finde, a mediodía. Si no estás suscrito y te ha llegado por otro lado, puedes apuntarte aquí.
Luis Lladó (Barcelona, 1874-México, 1946) fue un fotógrafo pionero de la arquitectura moderna. Trabajó durante el primer tercio del siglo XX para la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), el Patronato Nacional de Turismo y colaboró con publicaciones como la revista Arquitectura, entre otras. Ahora el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) pone a disposición del público a través de internet su archivo de imágenes, custodiado por la Biblioteca Tomás Navarro Tomás. Un total de 5.879 negativos fotográficos en soporte de vidrio —la mayor parte de ellos en 18 por 24 centímetros— que fueron producidos entre 1900 y 1939 y que muestran, principalmente, patrimonio artístico y arquitectónico, vistas de paisajes y ciudades, retratos, industria y maquinaria. El albor de la modernidad en Madrid.
Aunque el nombre de Lladó no resuena tanto como el de otros fotógrafos coetáneos —Alfonso o Santos Yubero—, su obra es de vital importancia para entender las arquitecturas del primer tercio del siglo XX. Capturó el nacimiento de los grandes cines (el Barceló), teatros (el Pavón), edificios de viviendas del ensanche de la ciudad (barrio de Salamanca), modernos establecimientos comerciales (tiendas de automóviles) o grandes almacenes como los Madrid-París, que hoy albergan el Primark de Gran Vía. Desde 1920, cuando fue nombrado fotógrafo de la ETSAM, su cámara estuvo al servicio de proyectistas como Antonio Palacios o Luis Gutiérrez Soto.
Poco se sabe sobre la vida de Lladó, aunque sí existe evidencia de que su carrera profesional comenzó con las artes plásticas, tras unos años de formación en París y Barcelona, su ciudad natal. Fue el pintor Pablo Béjar el que lo introdujo en la sociedad madrileña y lo animó a que abriera en la capital su propio estudio, ubicado primero en la calle de Santa Engracia y posteriormente en Bretón de los Herreros. Allí se especializó en la reproducción de obras de arte para catálogos y marchantes internacionales, poniendo un gran cuidado en las composiciones, el uso de la luz o las máscaras. Esas imágenes de influencia romántica fueron modernizándose a través de su contacto con los arquitectos de la época, gracias a los cuales conoció las vanguardias.
En los años de la Guerra Civil, fue organizador y director del archivo y laboratorio fotográfico de los ministerios de Propaganda y Estado. Trabajó con colegas de la talla de Alfonso, Albero y Segovia o los hermanos Mayo. Su afiliación a la UGT y al Partido Socialista, en cuya agrupación madrileña militaba desde 1934, lo abocaron al exilio tras el triunfo de Franco. Lladó se exilió primero en Francia, cruzando la frontera por La Junquera el 4 de febrero de 1939. Residió en París hasta el 24 de mayo, fecha en la que se embarcó en el Sinaia en el puerto de Sète (Hérault), rumbo a México, llegando a Veracruz el 13 de junio. Durante años trabajó como traductor, fotógrafo e impartió clases en el Instituto Luis Vives de Ciudad de México, donde falleció en 1946 sin haber retomado nunca la fotografía.
La historia de Lladó es la de muchos intelectuales y artistas exiliados que en vida nunca conocieron el prestigio que merecían. Tras su muerte, los negativos que guardaba en casa llegaron hasta el Archivo Fotográfico del Instituto de Arte Diego Velázquez, entregados por la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional de España, pero no fue hasta 2005 que se inventariaron por completo, incorporando información sobre las anotaciones de las cajas originales y el estado de las placas de vidrio. Ahora, aquellas instantáneas ven la luz y adquieren dimensión global a través de internet. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario