Este domingo se celebran elecciones en Rusia. Al final de su próximo mandato, Vladímir Putin habrá igualado a Josef Stalin en años en el poder. Hay una generación de rusos que no ha conocido a nadie más en el Kremlin, y seguramente acabarán siendo dos. La autocracia de Putin se ha ido construyendo sobre las ruinas de las instituciones, la justicia y los derechos civiles. Cosas que damos por hechas, como ciscarse en el Gobierno cuando uno quiera en las redes sociales, en Rusia cuestan la cárcel o la vida. Mientras, la sociedad rusa empieza a vivir en una burbuja informativa diseñada desde el putinato que divide el mundo entre rusos auténticos y conspiradores contra la patria, es decir, gente con las agallas para denunciar lo obvio. El más conocido ha sido el empresario Alexei Navalni, convertido en símbolo de resistencia y, en consecuencia, fallecido en circunstancias sin aclarar en una prisión aislada del ártico el pasado 16 de febrero.
Cada información que sale de Rusia es una crónica del terror, pero también, mientras quede quién lo denuncie, una crónica de coraje. Hoy quería recomendarles algunas lecturas recientes que sacan conclusiones de lo que ocurre en aquel país y nos recuerdan lo que está en juego en las fronteras de Europa.
El escritor Máxim Ospov firma hoy La conexión de los tiempos: “La guerra iniciada por el dictador y la represión política han hecho su maléfico trabajo: de toda la variedad de capas de la población, de sus culturas y de toda la diversidad de Rusia, solo han quedan dos: la que apoya al régimen, ya sea con un silencio indiferente, ya sea con gritos estridentes, y la otra, la perseguida, la que se opone al régimen. En el país solo existen dos colores: el blanco y el negro y así se mantendrá hasta el final de la guerra y de la tiranía, es decir, mientras él esté vivo: el hombre de ojos vacíos, sonrisa malvada y un alma muerta”.
El escritor Míjail Shishkin firma Rusia presta juramento al zar Putin este domingo: “Bajo la apariencia superficial de unas elecciones libres, el mandatario confirmará su poder sobre una sociedad de la que solo espera que calle y sea leal”.
Marta Peirano escribió sobre el activista Oleg Orlov en Después de la crueldad: “Todos los regímenes totalitarios contemporáneos requieren de la fe ciega de al menos una parte de la ciudadanía. Pero solo pueden existir cuando el Poder Judicial abandona los principios de justicia y empieza a trabajar en los argumentos legales necesarios para legitimar sus crímenes”.
Y Antonio Muñoz Molina recoge algunos ejemplos del coraje en El renegado y el héroe: “Quién de nosotros, llegado el momento, elegiría la vergüenza pública antes que la conformidad que nos abriga y al tiempo nos convierte en cómplices de los crímenes contra los que casi nadie levanta la voz”.
El martes, uno o varios desconocidos atacaron a martillazos a Leonid Volkov, antiguo ayudante de Navalni, en Vilna, Lituania, territorio de la UE. Un editorial de EL PAÍS condena hoy los ataques a disidentes en Europa. Crímenes sin fronteras: "El atentado sufrido en Lituania por el disidente Leonid Volkov, colaborador de Navalni, demuestra que el régimen ruso sigue en su campaña de ataques a la oposición por toda Europa".
Aparte, mientras busca fecha de boda que no coincida con unas elecciones de aquí a junio, aquí tiene una selección de textos de esta semana en los que nuestras firmas han hablado de México, del Día Internacional de la Mujer o del aniversario del 11-M, y que pensamos que no debería perderse. |
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