Esta es la newsletter de Madrid. La escribimos un grupo de redactores de EL PAÍS que cada día ponemos a prueba por la vía empírica la máxima De Madrid al Cielo. La enviamos de lunes a jueves a las seis de la tarde, y los viernes, dedicada a propuestas de cultura para el finde, a mediodía. Si no estás suscrito y te ha llegado por otro lado, puedes apuntarte aquí.
La sociedad está harta de leer noticias negativas en los medios de comunicación, hasta el punto de que prefieren desconectarse del flujo de la información para protegerse. Por la parte que nos toca a los periodistas, tienen parte de razón. En general, es más fácil contar el drama; la luz se esconde mejor, escasea, es resbaladiza, ligera, sutil, como el amor. Tardas más tiempo en reconocerla.
Además, es muy probable que las corrientes del pesimismo imperante atrapen, que nos ahoguemos en la cúspide de la ola o que nos sintamos interpelados por los esperpentos que montan los políticos que disfrutan del desagradable ruido del petardo. Casi nos obligan a instalarnos en la perpetua queja. Porque a veces miras Madrid y lo ves todo negro, muy negro.
Por eso, solo quería recordarles una buena noticia, una iniciativa positiva y sostenible, que va a poner en marcha el Ayuntamiento en primavera: Madrid Río seguirá creciendo. La verdad es que es increíble que el Manzanares, ese aprendiz de río como lo llamaba Quevedo, haya florecido en la ribera de esta manera, que se haya recuperado la flora y la fauna y que hasta una nutria haya querido venir a visitarnos. Hacía medio siglo que no se acercaban al paisaje. También garzas y zorros.
Así, en poco tiempo, el cauce se ha llenado de 50 especies de aves, centenares de peces y 2.000 ejemplares de árboles autóctonos. Aquí hay una galería de fotos en la que Kike Para inmortaliza monísimos ejemplares. No son tontos los animales, está claro que hemos conseguido revitalizar una zona demacrada y transformarla en un entorno tremendamente agradable, una comunión entre lo urbano y la naturaleza.
Por eso, conectar Madrid Río con otros distritos, como el de Carabanchel, que también se unirá a la fiesta, eliminar sus límites y continuarlo con un mobiliario parecido que invite al ciudadano a pasear, a sentarse, a recorrerlo en bicicleta, a alejarse del frenético ritmo de los pensamientos, es una magnífica idea.
El nuevo proyecto va desde el borde norte de Usera hasta la plaza del Hidrógeno, se aprovecharán más de 67.000 metros cuadrados y se creará un camino para transitar sobre dos ruedas de más de medio kilómetro, con un guiño estético al barrio chino para integrar a la comunidad asiática en la identidad madrileña. También para que no solo el centro resulte atractivo al turismo y se descongestione, que falta le hace. Una gran pradera sustituirá el hueco que dejó el Vicente Calderón emulando un circo romano. Más árboles, más parques, más bancos, más espacio al aire libre. El Madrid Río que queremos.
El proyecto, eso sí, debe acelerarse porque están detrás los fondos europeos y hay que cumplir los plazos que establece Bruselas. Los NextGen tienen que estar gastados antes de 2026. |
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