Disculpen el atrevimiento del título. No era eso lo que quería decir. Uno puede celebrar la Navidad o no, le puede dar un sentido religioso o no, pero poco hay que opinar a estas alturas del tercer milenio sobre la mejor excusa que hemos encontrado como civilización para juntarnos con familia y amigos y, de paso, volver a ver Qué bello es vivir, Solo en casa y La jungla de cristal. Era una manera de decir que, en estos días, varios autores han aprovechado las páginas de Opinión para escribir de la Navidad. Unos nos han abierto la puerta a las pequeñas tradiciones de su casa, otros han tratado de buscar en esta celebración elementos que dicen algo de nuestra época. Igual lo que menos desea este jueves es que le recordemos la Navidad, ahora que creía haberla dejado por fin atrás, pero no quería dejar pasar la oportunidad de recopilar unos textos que nos han traído escenas y reflexiones poco habituales a nuestras páginas.
El domingo pasado, el lector atento descubrió una nueva firma en los domingos de EL PAÍS, la de Leonardo Padura, que compartirá con Lídia Jorge, Juan Gabriel Vásquez e Irene Vallejo el espacio que durante 33 años ocupó Mario Vargas Llosa. El primer texto de Padura en este espacio era sobre la Navidad, y nos traslada a La Habana, donde celebra con su madre casi centenaria la Nochebuena con turrones españoles y sidra asturiana. Han mantenido la tradición durante décadas, a pesar de la dictadura comunista de la isla. La cena de Nochebuena como reducto de resistencia familiar. No se lo pierdan: Cuento navideño y... próspero Año Nuevo.
También Ignacio Peyró nos dejó mirar la mesa de Nochebuena de su casa. “A algunos les sonará naíf, pero cada casa tiene sus costumbres: nosotros oímos el discurso del Rey con una copa y, ya sentados, antes de cenar, se bendice la mesa”. Aquí su columna: Y nosotros nos iremos, y no volveremos más.
Una mesa más: la de Luz Sánchez-Mellado en su columna ¿Dulce Navidad?: “Hoy soy yo, ya vieja, quien me atrevo a recomendar la doctrina de los míos: sentarse unos a la paz de los otros y reír y llorar juntos. Nada dura para siempre y, mal que bien, estamos vivos”.
Juan José Millás se imaginó la Nochebuena de un viudo que decide pasar la noche solo y hacer algo especial: Dormir.
¿En su casa ha sonado el villancico Noche de paz? Mercedes Cebrián escribe aquí sobre el poder pacificador de esa melodía, en una cena o en una guerra: Musicoterapia doméstica y tregua de Navidad.
Y Olivia Muñoz-Rojas reflexiona aquí sobre la globalización de la fiesta, que ha conseguido trascender religiones y culturas. La globalización de la Navidad no es solo amor al comercio: “Los seres humanos tenemos la necesidad, incluso neurológica, de suspender nuestra vida cotidiana de tanto en tanto con rituales que nos conectan con un tiempo de otra calidad”.
Este último boletín o carta (al parecer, algunos de ustedes se han quejado de que llamemos a esto newsletter, como recogía la semana pasada la Defensora del Lector) de 2023 pretende ser un poco más inspirador y reconfortante que el tono habitual al que les tenemos acostumbrados. Pero si echa de menos su dosis de opinión de actualidad potente y provocadora, a continuación tiene una selección de lecturas de la última semana que creemos que no se debería perder.
Muchas gracias por sus comentarios, su paciencia y su fidelidad en este 2023. Seguimos debatiendo juntos en 2024. |
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