Tratamos de existir en tiempos en los cuales la posibilidad de futuros alternativos ha sido prácticamente erradicada. Aquí, hoy, en estos días que se acercan de forma aparentemente inevitable al recuerdo de la destrucción, es que anhelamos y ensayamos nuevas formas de encontrarnos buscando espacios para el entusiasmo individual y colectivo.
Precisamos con urgencia configuraciones comunes de entusiasmo político, social y cultural. Sentimos la necesidad de hacer emerger nuevas formas de comunidad, de coexistencia, y de articulación que superen las viejas estructuras que ya no soportan las vidas.
En un mundo que exige rendir cuentas incluso de la pausa, de la ternura, o del descanso, nos preguntamos:
¿Qué significa hoy sostener la alegría sin que sea coartada para la indiferencia?
¿Qué sucede si en el actual clima político apostamos por la esperanza?
¿Y si insistimos en los afectos y en el derecho a imaginar sin la culpa de lo imposible?
En Mal de época, la filósofa y poeta panameña Victoria Alegría explora cómo la libertad ha sido absorbida por la lógica del mercado, reduciéndose a la elección de marcas, la creación de contenido o el mito de «vivir de lo que amas». En su texto argumenta cómo la desobediencia podría ser el primer gesto verdadero de libertad, y se pregunta por la forma de recuperar el tiempo, el aburrimiento y el silencio, o qué sucede cuando dejamos de producir y empezamos a plantearnos preguntas más complejas.
¿Por qué no lanzamos todas las preguntas complicadas e incómodas, nos miramos a la cara y practicamos el diálogo y la escucha como nuestro único y último recurso?
En 🌀 Una conversación con Valentina Desideri sobre el presente utópico, dialogamos sobre cómo las prácticas artísticas podrían resistir la gramática dominante del tiempo lineal, el control y la inevitabilidad. Apostamos por una utopía como práctica que sucede en el presente, y por la magia, la intuición y la generosidad como herramientas para pasar de la autoayuda a la ética colectiva, del control a la resonancia, de la creación individual a la imaginación colectiva.
¿Cómo desmantelamos el mito del ego para apostar por una premisa más abundante y desprendida?
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