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MARIÉN KADNER | | Un momento del desfile por el Año Nuevo chino en Usera. / EFE | | | |
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Brillaba el sol y sobresalían entre el público los niños subidos a hombros de sus padres, aunque lo cierto es que —contraviniendo el primer mandamiento del periodismo— no pude verlo en persona. El domingo se celebró el desfile por el Año Nuevo chino en Usera, el Chinatown madrileño o el distrito con la mayor población china de Madrid. Sin embargo, aunque me habría encantado ir a la muestra de coloridos vestidos y figuras mitológicas, tenía un turno que cubrir. Solo puedo describirles las imágenes que vi y reproducir los testimonios que he podido recoger pero, como hemos comentado en esta redacción, esta newsletter se está convirtiendo en una suerte de experimento periodístico. | | | | | | |
| | La multitud, durante el desfile por la calle de Marcelo Usera. / CORTESÍA | | | |
“Hay más gente en el Año Nuevo chino que en la cabalgata de Reyes”, decía mi pareja en el grupo de WhatsApp familiar. No era en el paseo de la Castellana, sino en una vía mucho más estrecha, con edificios bajos de dos o, a lo sumo, tres plantas. Cinco filas de personas se agolpaban en uno de los lados de la calle de Marcelo Usera, esquina con la calle de Elisa. Al fondo, las cabezas de los míticos leones y las colas de los dragones. El metro en el que llegó con nuestra hija estaba abarrotado y el maquinista pedía bajar en Legazpi (una parada antes) por la “alta afluencia en la estación de Usera”.
La comitiva estaba formada este 2024 —el noveno año consecutivo que se celebra el pasacalles— por cerca de un millar participantes, según una nota de prensa del Ayuntamiento. El número de asistentes sigue siendo un enigma a la hora de enviarles este correo tras preguntar en reiteradas ocasiones. Pero el año del dragón, que según el horóscopo chino es símbolo del mismísimo emperador y de la suerte tanto en el dinero como en el amor, parece haber empujado a las calles a muchos —no tanto como en el chunyun, la gran migración anual que se produce en China—, animados por el paréntesis meteorológico y por ser un excelente plan también para niños.
Tanto mi amigo Christopher Ahumada como mi compañero Víctor Usón, ambos periodistas, coinciden en que el público era muy diverso. “Lo que me pareció más emotivo fue ver a tantas mujeres, madres y abuelas, tan ilusionadas en el desfile”, asegura el primero, chileno. Es la tradición de la lejana China representada por unas horas por su gente —en el evento colaboraron la Embajada de la República Popular China y el Centro Cultural Chino— a miles de kilómetros del lugar de donde son originarias.
Además de la danza colectiva del dragón en la que en una fila serpenteante de personas sostiene con una vara el cuerpo ligero del ser mitológico, dos leones chinos bailaron al ritmo de la música tradicional del gigante asiático.
“Me gustó que el espacio público lo ocupe una comunidad que suele estar invisibilizada y que las calles en las que viven fueron realmente suyas por un día”, opina Usón. A mí me faltó vivir el bullicio, oír los sonidos y, por supuesto, el aperitivo de después en alguno de los bares de Usera, donde lo castizo y lo chino se dan la mano. “Es una buena forma para acercar este barrio, su cultura y su gastronomía a los vecinos de Madrid”, agrega Ahumada. Quizás el año que viene también pueda verlo con mis propios ojos. | | | | | | |
| | Aperitivo en Bodega Amistad. / CORTESÍA | | | |
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| | Torres Blancas, edificio del arquitecto Sáenz de Oiza, en la calle Corazón de María, 2. / CLAUDIO ÁLVAREZ | | | |
La creación de ocho nuevas viviendas de lujo en la penúltima planta de Torres Blancas, del arquitecto de Sáenz de Oiza, reabre el debate sobre los usos actuales del patrimonio protegido. Lo cuenta Miguel Ezquiaga. | | | | | | |
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