Una de las coberturas que más me impactó durante mi etapa como corresponsal en Asia fue la del caso de Jyot... ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ | | | | Miércoles 19 de marzo de 2025 | | | | | La cultura de la violación en el subcontinente indio | | Una de las coberturas que más me impactó durante mi etapa como corresponsal en Asia fue la del caso de Jyoti Singh, la joven que fue violada por una manada de salvajes en el interior de un autobús en marcha en Delhi. Después de la agresión sexual, la torturaron hasta tirarla en una cuneta cuando apenas le quedaba un hilo de vida, porque le habían provocado daños irreparables en diferentes órganos. Sobrevivió durante dos semanas en las que India no sabía si organizar vigilias para mostrar solidaridad con ella o manifestarse con rabia para gritar 'basta ya'. Los detalles del caso horrorizaron al país, que aplaudió la pena de muerte impuesta a cuatro de los violadores y que se ejecutó en 2020. | | La muerte de Singh en 2012 provocó una rabia totalmente justificada entre las mujeres indias y arrojó luz sobre las numerosas violaciones y abusos sexuales que sufren, y que hasta entonces se producían en las sombras de una sociedad que estigmatiza a la víctima. De hecho, durante la cobertura del caso encontré -y me enviaron- numerosos vídeos de crímenes cometidos contra mujeres de toda edad y condición. Niñas y ancianas, urbanas y rurales, vestidas a la manera occidental y con el sari tradicional. Sorprende que los perpetradores no solo violan, también humillan, golpean y pueden llegar a matar a sus víctimas, todo con una sonrisa de oreja a oreja y, además, grabando sus tropelías para sacar pecho después. | | | Manifestaciones contra la violencia machista en Bangladés. AFP | El repudio nacional tras la muerte de Singh desembocó en reformas legislativas, y muchos creyeron que estos crímenes disminuirían por la concienciación ciudadana. Pues no. Los crímenes contra las mujeres crecieron casi un 50% en la década siguiente, muestra de que una sociedad como la india, no especialmente violenta, puede mostrar su cara más repugnante como resultado de un machismo que, sumado al sistema de castas que perdura fuera de la ley, crea un cóctel trágico para muchas. | | Y no solo sucede en India. Todo el subcontinente sufre esta lacra. Lo ha demostrado el fallecimiento el pasado jueves de una niña de 8 años que fue violada en Bangladés. Por eso, hoy ponemos el foco en la cara más oscura de los delitos sexuales en Asia. | | Estas son las dos perspectivas que abordaremos. | | | El mayor horror del machismo | | El pasado día 5, una niña de 8 años fue a visitar a su hermana mayor en la localidad bangladesí de Magura. Esa misma noche, según publican medios locales, el suegro de su hermana violó a la chica con la ayuda de su propio hijo. Fue la mujer del violador quien la trasladó a la mañana siguiente al hospital de la localidad, al que la niña ya llegó inconsciente. La policía arrestó inmediatamente a todos los hombres de la vivienda y la noticia del suceso comenzó a correr como la pólvora por todo el país. | | Las manifestaciones se extendieron hasta la capital, Daca, y crecieron en tamaño e ira sobre todo cuando se supo que la niña había muerto después de haber luchado durante seis días en la unidad de cuidados intensivos: sobrevivió a dos maniobras de resucitación, pero, a la tercera, su corazón ya no volvió a latir. Una muchedumbre se trasladó a la casa del violador y le pegó fuego. El cuerpo de la niña tuvo que regresar a casa en un helicóptero militar con crecientes disturbios sacudiendo Magura. Universitarios en Daca interpretaron un funeral que acabó convirtiéndose en una manifestación reivindicativa en favor de los derechos de la mujer. Las estudiantes exigieron más protección, una definición más clara de lo que es el abuso sexual, castigos más duros y juicios más rápidos para estos casos. | | | En Daca representaron el funeral de la niña asesinada. AFP | El gobierno ha recogido el guante y promete que los violadores de la niña se enfrentarán al tribunal en cuanto estén listos los análisis de ADN, puede que incluso esta misma semana. Como en India, pueden ser condenados a la pena capital. | | Pero muchas señalan que el problema es de base y que, como tal, se ha de invertir mucho más en educación. No en vano, desde que trascendió el caso de esta niña, se han reportado otras tres violaciones de mujeres de edad similar. Y, según estadísticas oficiales que seguramente son incompletas, en los últimos ocho años se han registrado 3.438 violaciones de niños, entre las cuales 539 corresponden a menores de 6 años y 933 a víctimas que tenían entre 7 y 12. En la mayoría de ocasiones, y como ha sucedido en el caso que ha incendiado Bangladés, quienes perpetran los crímenes son allegados de la víctima. | | | A veces parece que los casos más macabros llevan al cambio, pero no siempre es así. AFP | La situación en estos países quizá sea equivalente a la que se vivía en Europa hace un siglo, o más. Y demuestra cómo el desarrollo económico y tecnológico no tiene nada que ver con el social. Porque muchos consideran a Bangladés como el milagro económico del subcontinente indio, pero la mujer sigue siendo vista por muchos como una mercancía. Por eso, entre lo que demandan ellas se encuentra una reforma de la definición de violación, que se mantiene inmutable desde hace 150 años, pero también que se haga valer la prohibición del matrimonio infantil. | | En un país en el que las niñas a menudo son forzadas a casarse con hombres mucho mayores que ellas, es fácil entender que el marco legal deja mucho que desear, lo mismo que los valores sociales que utilizan a las mujeres como moneda de cambio. Eso explica que algunos violadores incluso se sorprendan de que sus actos sean ilegales, y que la policía no se emplee a fondo para investigar las denuncias que llegan. De ahí que en muchos rankings el subcontinente indio aparezca como la peor zona del mundo para ser mujer. | | El país del Sol Naciente es uno de los más seguros del mundo, con una tasa de criminalidad muy baja y una sociedad extraordinariamente educada que se rige por unos valores muy estrictos. Es algo que se aprecia nada más pisar Japón. Sin embargo, lo que para el visitante puede resultar paradisíaco, para la población local puede ser sofocante. Y el sexo -a menudo no consentido- es una de las válvulas de escape para los hombres nipones. | | | Desafortunadamente, esta es una escena habitual en el metro de grandes ciudades japonesas. Adobe Stock | Aunque las violaciones con penetración no son habituales, sí que lo son otras formas de abuso sexual. Quizá la más extendida sean los tocamientos en lugares públicos, que incluso tienen una palabra para denominarlos: chikan. Aunque es cierto que su prevalencia ha caído en los últimos años -en 2014 se registraron unas 3.500 denuncias frente a las 2.230 de 2022-, continúa siendo un problema persistente: el 56,3% de las mujeres de la capital, Tokio, afirma que ha sido víctima de estos tocamientos en trenes o en estaciones. Curiosamente, casi el 40% de las víctimas no hizo nada al respecto y sorprende que la mayoría de quienes aguantaron estoicamente la situación tienen entre 16 y 24 años, muestra de que no parece haber mayor conciencia entre las más jóvenes. | | Esta lacra se suma a otra también habitual en Japón: la de grabar a escondidas a las chicas que llevan falda. Algunos activistas se dedican a identificar a quienes lo intentan, aprovechándose de la muchedumbre que se mueve en el metro durante las horas punta, como hacen otros en Europa con la plaga de carteristas. Pero la última encuesta al respecto revela que solo en un 10% de las instancias interviene una tercera persona. Por si fuese poco, la mayoría de los casos, incluso cuando aparece la policía, se resuelve con una reprimenda verbal. | | | El desenlace deseable. Adobe Stock | Japón es un buen ejemplo de sociedad muy desarrollada que, sin embargo, preserva el machismo. No en vano, las mujeres japonesas sufren el tercer peor entorno laboral de los países de la OCDE, y el país aparece en última posición si lo que se mide es el porcentaje de mujeres en puestos directivos -14,9%-. Según una encuesta gubernamental, el 60% de las mujeres querría continuar trabajando después de dar a luz, pero solo lo logra un tercio, y ese porcentaje cae al 13% cinco años después de haber tenido un hijo. Esta es otra razón para explicar el grave problema de fertilidad de Japón, ya que las jóvenes ven la maternidad como una losa personal adicional en un país en el que ya parten con desventaja. | | Es todo por hoy. Espero haberte explicado bien algo de lo que está ocurriendo en el mundo. Si estás suscrito, recibirás esta newsletter todos los miércoles en tu correo electrónico. Y, si te gusta, será de mucha ayuda que la compartas y la recomiendes. | | | | | | | | | | Mercedes Gallego | | | | | | | | | | | | Zigor Aldama | | | | | | | | | | | | Zigor Aldama | | | | | | | | | | | | Zigor Aldama | | | | | | | | Síguenos en nuestras redes | | | | | Has recibido esta newsletter editorial como usuario de ELCORREO.COM. Si deseas dejar de recibir esta newsletter en tu cuenta de correo electrónico comercialyventas.aliperiodicos@blogger.com, puedes darte de baja utilizando el siguiente enlace: Baja. | Puedes modificar tus preferencias en cuanto a la recepción de newsletters en tu área de usuario, a la que puedes acceder desde aquí. | Puedes activar o desactivar el envío de otro tipo de comunicaciones a través del área de usuario, accediendo desde aquí. | En caso de querer ejercer tus derechos de acceso, rectificación, supresión, oposición, limitación y portabilidad, puedes hacerlo remitiendo un correo electrónico a la siguiente dirección usuarios@elcorreo.com. Para más información sobre el tratamiento de tus datos personales, consulta la Política de Privacidad. | | | © Diario El Correo | www.elcorreo.com | | | | |
No hay comentarios:
Publicar un comentario