Las elecciones al Parlament de Cataluña han arrojado resultados a todas luces históricos, con la victoria en votos y escaños del PSC de Salvador Illa y la primera derrota del nacionalismo catalán desde 1980. También el fuerte crecimiento de las derechas y la emergencia de un nuevo (y ya van dos) partido de extrema derecha, Alliança Catalana. Con todo, ningún grupo tiene mayoría absoluta y la formación de un nuevo Gobierno se presenta complicada.
Para EL PAÍS, no cabe duda de que "la victoria del PSC liderado por Salvador Illa lo convierte en el único candidato viable a esta ahora para presentarse a una investidura. Sus resultados suponen el aval de las urnas a la política de reconciliación y diálogo que Pedro Sánchez puso en marcha en la anterior legislatura y ha continuado en esta. También Sánchez ganó en la noche electoral", aseguraba en su editorial Cambio de ciclo en Cataluña.
Juan Rodríguez Teruel insiste en La importancia de los matices catalanes, que también da título a su tribuna: "Para la victoria sin precedentes de Salvador Illa han resultado tan decisivos los votos obtenidos como las abstenciones cómplices de votantes de otros partidos que se quedaron en casa porque la victoria socialista ya les convenía (a veces por motivos opuestos: por asentimiento o por protesta)".
Precisamente sobre la baja participación, Sergio del Molino advertía en Adónde irán los votos que no damos que "la abstención es solo la letra pequeña de los resultados, pero cuando más del 40% del censo se encoge de hombros, el problema no es de los pasotas, sino de los que van a sentarse en los escaños, que deberían preguntarse muy seriamente, aunque sea con música de Víctor Manuel, adónde irán los votos que no les dieron".
Más lecciones de la mano de Oriol Bartomeus en El cansancio entierra el procés: "Ayer [pot el domingo], Cataluña acabó de enterrar el procés. Pero sus consecuencias van a estar aquí por mucho tiempo. Por el camino, un PP renacido con la enseña de echar a Sánchez, aunque se vote para una junta de vecinos; un Vox que vuelve a demostrar, como ya hizo en Andalucía y en Madrid, que el incremento del voto al PP no afecta significativamente a sus resultados, y la extrema derecha xenófoba independentista enseñando los dientes, una herencia evidente del descaro con el que el procés ha permitido abordar situaciones que antes quedaban restringidas al ámbito doméstico y residual".
El independentismo también empieza a extraer sus propias consecuencias de los comicios. Según Jordi Amat, "el punto final, para consolidar la normalidad política en Cataluña, también la del independentismo, debería ser el relevo en la dirección de sus partidos. Los datos lo evidencian: el ciclo de esa elite política ha concluido. Si no hay renovación, habrá más rencor. Delenda est procés", subraya en Fin de ciclo para Puigdemont y Junqueras.
Arrancan ahora las negociaciones para formar gobierno. No será fácil, como reconoce Víctor Lapuente, pero el objetivo debería estar claro. "No sabemos quién ni cómo va a gobernar Cataluña, pero será necesario tender puentes no solo entre partidos distintos, sino entre unas fuerzas sociales que se han ido disgregando en Cataluña. Ese es el problema de fondo", sostiene en La mirada seria de Illa.
De todas formas, no se relaje. El maratón electoral aún no ha terminado y después de las gallegas, las vascas y las catalanas aún nos quedan por celebrar las elecciones europeas el 9 de junio. Para aliviar la espera, le animamos a leer a alguno de los artículos de Opinión que creemos imprescindibles de los últimos siete días. ¡Que tenga feliz semana! |
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