Hola queridos lectores,
El presidente Gabriel Boric vive desde la primera semana de junio un momento de inesperada remontada popularidad, que bordea el 34%, a sus dos años y medio de mandato. Pero, mientras el Gobierno levanta la cabeza, la delincuencia, el crimen organizado, vuelve a golpear a Chile, y muy duro. En abril, la Administración de izquierdas informaba el resultado del Informe Nacional de Víctimas de Homicidios Consumados en Chile, correspondiente a 2023, que mostraba una luz en medio de la crisis de seguridad, pues reportó la baja de la tasa de estos crímenes en un 6% el año pasado. Sin embargo, la violencia con que se cometen, en las calles, con uso de armas de fuego, y generalmente de madrugada, ensombrecen esas cifras.
En apenas 48 horas, entre la madrugada del domingo y la de este martes, dos asesinatos múltiples, que suman nueve víctimas, han impactado fuertemente en Chile, y golpeado en especial a la Región Metropolitana de Santiago. El fin de semana cuatro adolescentes fueron acribillados, el menor de 13 años –un niño– y, el mayor de 17 años, en una plaza en el municipio de Quilicura, cuando celebran en torno a una fogata un cumpleaños, aproximadamente a las tres de la mañana: las ráfagas fueron disparadas desde un automóvil, que la policía encontró calcinado. Como lo contó mi compañera Moalis Castro en este artículo del lunes, los homicidios de menores de edad ha tenido un alza mucho que preocupante en ocho años: si en 2016 eran 44, en 2022 por primera vez superaron los 50 casos: 54 muertes. Y, 2023, según un informe de la Fiscalía Nacional, llegaron a los 66. El martes, otras cinco personas fueron asesinadas, nuevamente con armas de fuego, tras participar de una fiesta en el municipio de Lampa, al norte de Santiago. La ola de crímenes –en cuatro días se han reportado 15 homicidios en Chile–, obligó Boric ha convocar el miércoles a una reunión de emergencia en La Moneda. El periodista Sebastián Dote dio cuenta de la crisis, y citó las palabras del mandatario, quien dijo que había ”cortar las alas al crimen organizado”.
Los asesinatos se han convertido en un asunto político, pues la oposición ha pedido que dimita la ministra del Interior y Seguridad Pública, una de las figuras más fuertes de su Administración, Carolina Tohá. Molesto, el mandatario respondió: “Ante la exigencia absurda de renuncia de algunos, les digo: no, señores. Estamos apostando para soluciones y no aportillando para dividir. Se trata de estar unidos como sociedad. No pediré renuncia a nadie, así que gasten su energía para colaborar”.
En EL PAÍS hemos reportando durante meses cómo ha cambiado la criminalidad en Chile, en gran parte, nos ha dicho el fiscal nacional Ángel Valencia en abril, quien fue convocado a La Moneda, por la irrupción de bandas armadas, entre ellas el Tren de Aragua, con “un aumento de la violencia, de una forma con la que no estábamos familiarizados”. También, hace más de un año, contamos cómo era la nueva escena del crimen con que se encontraba la policía, tal cual ha ocurrido esta semana: 50 o 100 balas en el mismo sitio del suceso. Pero, lo que no nos había tocado informar, hasta ahora, eran los homicidios de cuatro adolescentes de una sola vez. |
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