En el documental, considerado como un trabajo antropológico muy importante para la historia del pueblo Aché, se puede observar el paso de una investigación minuciosa sobre la vida breve de una niña que murió antes de poder decidir sobre su propia existencia. Además, Mouján muestra parte de la ceremonia en 2012 a través de imágenes profundamente conmovedoras de ancianos y ancianas, jóvenes, niños lloran frente a los dos retratos de Damiana —uno a sus tres años y el que le tomaron dos meses antes de su muerte, a los 14 años—. A partir de la restitución de sus restos, el pueblo aché la bautizó como Kryygi (armadillo de monte).
Al ser cuestionado sobre la distancia de los acontecimientos y la latente tristeza que demuestran esas escenas de 2012, el director recuerda: “Damiana representa a todos esos que no pudieron regresar, ni vivos ni muertos. Es la primera vez que vuelve una persona muerta, que vuelven sus restos. Entonces, es un símbolo del regreso de todos aquellos que no pudimos ver nunca más, que no supimos nunca más qué pasó, y que no volvieron ni vivos ni muertos, ni de ninguna manera”.
El académico paraguayo Miguel H. López, en el artículo Kryýgi, la niña aché restituida después de 120 años, de la revista Debates Indígenas, describe con precisión parte de aquella ceremonia: “Tres mujeres ingresaron los restos, mientras los hombres se alteraban y emitían sus jambu (rugidos). Adentro, el chĩnga (lamentaciones y gritos de reclamo) y los lastimeros pre’e (canto) llenaban de angustia uno de los momentos más emblemáticos vividos por los aché: la reincorporación de sus miembros despojados por los beru (hombre blanco) y los apã proro (hombres blancos con armas de fuego) hace más de un siglo. Además, el reencuentro de norteños y sureños diluían la ancestral diferencia entre los gatu, wa (grupo al que pertenecía la difunta Kryýgi mái) y los iroiãngi”.
En 1907, Damiana Kryygi murió de tuberculosis, solo dos meses después de que el jefe de la sección antropológica del Museo de La Plata, el alemán Roberto Lehmann-Nitsche, le realizara estudios y la obligara a desnudarse para tomarle la última fotografía. Tenía 14 años y su esqueleto sería olvidado en un rincón del museo hasta 2010, cuando volvió a su comunidad. Dos años más tarde, en 2012, su cráneo sería también recuperado, tras permanecer en el Hospital La Charité, en Berlín, donde se encontraba expuesto.
Para el director Mouján, la historia de Damiana Kryygi, es la historia de muchos de los pueblos indígenas en Latinoamérica que fueron borrados y anulados sin que pasara nada. “Nosotros lo que hicimos fue como la serie de detectives que siguen cualquier pista que aparece. Cualquier rastro, imagen, texto, parecido o similar o donde podía ser, lo seguimos durante, bueno, esos cinco años que tardamos en hacer la película. La investigación no terminó nunca, digamos, incluso después encontramos algunos registros que podían ser de ella, pero no estábamos del todo seguros porque el nombre estaba cambiado”, concluye. |
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